Según la Organización Mundial de la Salud los medicamentos falsificados son un negocio de $75 millones de dólares anuales, y lamentablemente sigue en crecimiento. Estos fármacos tienen un gran número de riesgos. Según el reporte de la OMS, aproximadamente un tercio de los medicamentos falsificados no tienen ningún ingrediente activo, el 20 por ciento contienen el ingrediente equivocado o cantidades incorrectas del ingrediente activo. Estos medicamentos pueden estar contaminados con ingredientes altamente tóxicos. Se estima que hasta un millón de personas mueren cada año por tomar estas falsificaciones.
El problema de los medicamentos falsificados es aún más grave en los países en desarrollo, donde hasta el 30 por ciento de los medicamentos en el mercado pueden estar falsificados. Por eso es tan importante encontrar nuevas formas de evitar que esto suceda. El químico Jun Wang de la Universidad de Albany, pensó en utilizar los códigos de barra QR (abreviatura en inglés de respuesta rápida) dentro de los medicamentos.
El equipo de Wang ha logrado crear un “microQR”, menor a los 200 micrómetros, más o menos del tamaño de un grano de polvo. La idea es colocar estos micro-código en la superficie de las cápsulas o píldoras, y que los teléfonos celulares los puedan leer, para obtener información como la dirección, teléfono, número de lote, fecha de producción, entre otros. Obviamente tienen que ser comestibles.
Los códigos diminutos son creados a través de un proceso conocido como fotolitografía, y se pueden incrustar en pastillas o en las superficies de las cápsulas. Para leerlos es necesario utilizar un microscopio para teléfonos celulares, disponible por unos 250 pesos aproximadamente. La siguiente prueba para el equipo de Wang es poner a prueba la estabilidad de los códigos en bajas y altas temperaturas.
El equipo universitario espera asociarse con una empresa farmacéutica para poner esta tecnológica disponible en el mercado. Obviamente faltaría desarrollar una aplicación especial para leer estos códigos, algo que no resultaría nada complicado ni caro debido a la gran cantidad de aplicación existentes para leer código QR.
El microQR podría tener aplicaciones en otras áreas, como en cheques o tarjetas de identificación, lo que podría funcionar como una forma adicional de seguridad. Debido a que son comestibles, podrían ser incorporados en ciertos productos alimenticios, que suelen falsificarse, como la carne de res Kobe y el queso parmesano.
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