Un acto de crueldad. Así es como el gobierno de Suiza considera esta práctica, por lo que ha realizado las reformas necesarias a sus leyes de protección animal para evitar que los cocineros que hierven o preparan las langostas y otros crustáceos vivos continúen haciéndolos.
Pero esta reforma no solo se centra en el no cocinarlos vivos, sino también en el modo en el que se transportan. A partir de ahora quienes lo hagan no deberán transportarlos en hielo o en agua helada, y en cambio, deberán mantenerlos en su ambiente natural, desde el punto de vista de que no hay motivo para hacerlos sufrir antes de su preparación y consumo.
Este cambio en la legislación que han hecho Suiza e Italia, y que otros países deberían tomar como ejemplo, responde a un reciente estudio que señala que los crustáceos si experimentar dolor, contrario a la creencia antigua de que éstos eran esencialmente insectos que no sentían dolor debido a la simplicidad de su cerebro y su sistema nervioso.
En el estudio, publicado en el Journal of Experimental Biology y dirigido por el biólogo Bob Elwood de la Queen's University Belfast del Reino Unido, se realizo un conjunto de experimentos con crustáceos que reveló que éstos estaban dispuestos a abandonar un buen escondite oscuro para evitar una descarga eléctrica, lo que se considera un indicador de dolor.
Pero además, los crustáceos involucrados en estos experimentos aprendieron a evitar el refugio dentro del tanque de laboratorio donde habían recibido repetidamente una descarga eléctrica. Por todo esto, es que una mayor consideración en el trato que se le da a estos animales es necesario.
Imágenes | Pixabay Vía | SwissInfo, Business Insider
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