Para muchos los corchos son la parte más insignificante de una botella de vino, para otros son parte importante de la experiencia de beber un vino, y muchos otros los guardan como recuerdos o como decoración. Sea cual sea tu inclinación, lo que es cierto es que los corchos son una parte importante en la historia de la vinificación. En lo últimos años la tecnología ha sido introducida en la industria vinícola, donde muchos corchos han sido reemplazados por tapas de rosca o corchos artificiales.
Los antiguos griegos fueron los primeros en cosechar corcho, sin embargo no se utilizó en botellas de vidrio hasta hace algunos cuantos años. Al igual que el vino, el corcho proviene de un organismo vivo, el árbol Quercus suber o alcornoque. A diferencia de la vid, este árbol tiene una vida media de 200 años. Si se cuida adecuadamente, cada árbol puede proveer miles de tapones de botella.
Los alcornoques crecen hasta los 25 años en los bosques semiáridos de la península ibérica y el norte de África. Después de ese tiempo, los recolectores de corcho utilizan hachas para cortar la corteza exterior del árbol, dejando su madera interior intacta y sin daños. Los pedazos de corcho se hierven para eliminar impurezas y se secan hasta que alcanzan la textura óptima para ser presionados en las botellas. La corteza externa de los árboles se regenera durante nueve años, y así puede comenzar el siguiente ciclo de recolección.
Los Quercus suber son el único tipo de roble cuya corteza se regenera de esta manera. Si lo vemos a través de un microscopio, el corcho parece un panal con pequeñas bolsas de aire. Estas bolsas son las que hacen que el corcho flote y sea resistente al fuego, y por eso mismo el corcho funciona tan bien para añejar el vino. La estructura molecular permite que los líquidos no se escapen, pero al mismo tiempo permite que pequeñas cantidades de aire entren y salgan, permitiendo que las moléculas de sabor y aroma evolucionen y se vuelvan más complejas con el tiempo.
En la búsqueda de esas cualidades, la industria vinícola solamente utiliza la corteza de corcho de alta calidad para los tapones de las botellas. En ocasiones la corteza de grado bajo se desmenuza para hacer tapones de corcho compuesto, que son los que se utilizan en muchas botellas de vino espumoso. La corteza con una calidad inferior se reutiliza en diferentes industrias, por ejemplo para hacer zapatos, pisos o aislantes en la construcción.
Vía | VinePair
Imagén | Derek Gavey
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