Nuestro cuerpo es una máquina perfecta y todos sabemos que para que funcione correctamente necesitamos mantenernos hidratados, tener una buena alimentación, ejercitarnos y un buen descanso diario. Pero pocas veces nos hemos detenido a pensar en cómo los alimentos afectan nuestro reloj biológico interno.
Lo primero que debemos saber es que este reloj interno es altamente adaptable, pero cuando nuestro organismo sale de su equilibrio normal puede hacer que se salga de control. Son los relojes circadianos de nuestro cuerpo los que regulan el hambre, el cansancio, la digestión y una veintena de otros procesos biológicos durante el día.
Su equilibro se mantiene gracias a la química de nuestro organismo y a los factores ambientales. Así lo ha descubierto una reciente investigación que también sugiere que podemos ser capaces de adelantar o retrasar nuestros relojes biológicos dependiendo de lo que comemos.
Durante el transcurso de la historia, se han hecho muchas investigaciones sobre cómo la luz afecta a nuestros relojes circadianos, pero se conoce mucho menos acerca de cómo nuestra dieta afecta su equilibrio. De allí, el motivo por lo que Makoto Akashi de la Universidad de Yamaguchi de Japón ha decidido llevar sus investigaciones hasta este tema.
Él, junto con su equipo de investigadores monitorearon los niveles de la hormona PER2, un componente central en el sistema hormonal que regula los ritmos de sueño y vigilia. Utilizando ratones, tras estudiar su comportamiento en horarios regulares de alimentación, invirtieron la programación de su ingesta, descubriendo que los ciclos diarios de la hormona PER2 de cada animal se invirtieron también en cuestión de días, junto con sus ciclos de sueño.
Estudios anteriores habían indicado que la insulina en la dieta ayudaba a regular los niveles de PER2, por lo que Akashi experimentó también con esta hormona para probar qué tan fuerte era su influencia. Al suprimirla, e invertir nuevamente el horario de alimentación a uno regular, descubrieron que tomo a los ratones les tomó el doble de tiempo para responder al cambio.
Estos resultados, se traducen en que la insulina ayuda al reloj biológico para sincronizar los horarios de comida y los ciclos de sueño.
La importancia de consumir los alimentos correctos en el desayuno, comida o cena
Toda esta investigación no nos sirve de nada si no sacamos conclusiones de ellas y las utilizamos para mejorar nuestra calidad de vida. Sus resultados, nos plantean cómo es que nosotros podemos ajustar nuestro reloj biológico planificando la ingesta de nuestros alimentos.
Así, por ejemplo, si queremos lograr un mejor sueño podríamos comer alimentos que promuevan la secreción de insulina, es decir, carbohidratos como la pasta, a la hora de la cena. También podemos entonces, para mantenernos más despiertos durante el día, añadir proteínas naturales y grasas, que limitan la secreción de insulina, durante el desayuno.
¿Qué más esperar de esta investigación?
Los resultados de esta investigación pueden aprovecharse para el desarrollo de tratamientos para los transtornos circadianos en los que el reloj biólogico tiene problemas para sincronizarse con el medio ambiente. También pueden desarrollarse programas dietéticos personalizados para los pacientes con diabetes cuya química del cuerpo responde de manera diferente a la insulina.
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