En la década de los ochenta, solo el 10 por ciento de la población padecía de algún tipo de alergia, en la actualidad, la cifra creció arriba del 30 por ciento. Esto significa que cada vez son más las personas que pueden presentar un caso de anafilaxia cuando consumen un producto de los estantes de un supermercado que no cuenta con el etiquetado adecuado.
Para los consumidores es difícil diferenciar entre un alimento que se ha sometido a pruebas de detección de alérgenos y que probablemente sea seguro, y cuáles son aquellos que podrían representar una amenaza. Actualmente, es obligatorio que los alérgenos comunes como los cacahuates, frutos secos, leche, soya, gluten, huevos, crustáceos y pescado, se declaren en la etiqueta de los alimentos, sin embargo, son muy pocos los fabricantes de alimentos que especifican si existe la posibilidad de que ese producto contenga rastros de alérgenos, algo conocido como etiqueta de alérgeno preventivo.
El principal problema con las alergias alimentarias en alimentos empacados se debe a errores de empaquetado o a contaminación cruzada accidental. Un estudio relizado en Reino Unido encontró que, en el 37 por ciento de 51 productos analizados, existían entre uno y cuatro alérgenos que no estaban en la lista de ingredientes. Lo interesante es que en los seis productos que contenían alérgenos de cacahuate y en los dos productos con huevo, la etiqueta no alertaba a los consumidores de estos ingredientes, mientras que los productos que sí especifican que podían existir rastros de cacahuate, huevo y soya no contenían rastros de estos alérgenos.
En México la NOM-051 es la encargada de regular el etiquetado de los productos envasados que no contienen alcohol. Y especifica que se deben de declarar todos los ingredientes que causen hipersensibilidad, intolerancia o se asocien a reacciones alérgicas, inclusive cuando constituyen menos del 5 por ciento del componente del alimento o bebida. Bajo esta norma mexicana se deben de declarar los cereales que contienen gluten (trigo, centeno, cebada, avena, espelta o sus cepas híbridas), crustáceos, huevo, pescado, cacahuate, soya (excepto aceite de soya), leche, nueces de árboles, y sulfito en concentraciones iguales o mayores a 10 miligramos por kilogramo. Aunque no se especifica en la norma oficial mexicana, una recomendación que algunas compañías siguen es colocar en negritas aquellos ingredientes que se consideran alérgenos.
El problema es que muchas veces el etiquetado es confuso o la publicidad da a entender que no contienen ciertos ingredientes. La etiqueta de un producto puede indicar "sin lácteos", pero eso no significa que este libre de leche, ya que puede contener caseína o caseinato de sodio, que son proteínas de la leche. Así que, si ves un producto que en la etiqueta frontal del paquete diga "sin lácteos", o cualquier otro ingrediente, no debemos suponer que no contiene ningún componente de ese ingrediente. Siempre debemos de leer la lista completa de ingredientes.
También es cierto que se pueden encontrar alérgenos en artículos no alimentarios, en los que la exposición es menos obvia. Por ejemplo, algunas plastilinas contienen trigo, y solo algunos fabricantes especifican que contienen este ingrediente. Muchas cremas, cosméticos y productos para el cuidado personal contienen ingredientes derivados de alimentos, como proteína de leche o frutos secos.
Imágenes | Anthony Albright | U.S. Department of Agriculture | Jo Naylor |
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