Paqui es un fabricante estadounidense de papas fritas, con el añadido característico de que se enfoca en las botanas (o "chips de tortilla" como a los estadounidenses les gusta llamarlas) picantes. Así, en 2020 se le ocurrió la "buena idea" de crear el #OneChipChallenge, como si no hubieran suficientes tragedias en el mundo, como llamó a su reto de comer una sola papa frita, la más picante del mundo.
De la misma manera, a mi se me ocurrió que era buena idea aceptar el reto cuando mi amigo Triforce me invitó a participar con él. "¿Qué es lo peor que podría pasar? Una enchilada y ya", recuerdo haber pensado. Spoiler alert: NO, eso no fue lo peor que pasó.
Una papa que nunca olvidaré
Cuando Triforce me mandó las fotos de las papas que había comprado en su último viaje a California, inmediatamente llamó mi atención el gran trabajo de marketing en su empaque. "Qué exagerado haha", pensé, y por eso cuando me invitó a participar en el reto, acepté sin dudar. Como un yucateco que ha comido chile habanero durante casi toda su vida, y con la descripción de ser "un monstruo" para comer chile, no pensé que hubiera mayor problema con esta papita.
Para hacer más divertido todo, y como parte del reto, Triforce quiso que comiéramos la papa durante una transmisión de Twitch, así que todo el proceso quedó grabado para la posteridad.
Recuerdo que pocas horas antes de la cita, pensé en ver videos sobre el reto, ya que más allá de lo llamativo del empaque, no pensé en el reto como tal cuando vi la primera foto. Sin embargo, decidí que no vería videos porque solamente me sugestionaría sobre lo que pasaría. Así pues, me aventé "en blanco".
Comienza la transmisión, estoy nervioso de lo que pueda pasar, pero pienso "hey! tranquilo, es solo una papa". Además, al ir abriendo el empaque, las constantes advertencias de peligro por las consecuencias de comer la papa se me hicieron graciosas, por exageradas, así que me relajé.
En verdad fueron varias las advertencias "exageradas".
No solo por fuera, las advertencias también están por dentro.
Después de abrir el empaque, llegamos al momento de la verdad. Una última bolsa negra que contiene una única papa, no más grande que un Dorito regular. Al abrirla, un intenso olor impregna mis fosas nasales y me recuerda mucho a los Doritos Incógnita, pero a la décima potencia. El olor es fuerte, pero no intimida y por el contrario, me ayudó a pensar que en realidad no se trataba de algo muy picante.
Después de dudar un poco, decidimos que el reto sería mejor comiendo la papa de un solo bocado, como dictan las reglas del reto, sin segundos pensamientos. Lamentablemente, debido a la situación, olvidé tomarle una foto a la papa, negra, bien espolvoreada con quien sabe qué combinación de químicos para hacerla "la más picante del mundo". Y procedí.
Tal y como las advertencias anticipan, lo primero es una intensa sensación en la lengua, pocos segundos bastaron para que se entumiera. Dado que el picante no es un sabor sino más bien una irritación de las papilas gustativas, era lo normal que sucediera. Luego, me hice consciente del gran ardor en toda la boca y por unos momentos agradecí no haber tocado con los labios la mezcla de polvos sobre la papa frita sino seguramente se hubieran hinchado como globos.
Lo siguiente que sentí fue calor en toda la cara, pero apenas me había hecho consiente de eso cuando en la base de la garganta sentí un intenso ardor, literal como si estuviera tragando fuego. Y en el mismo instante sentí cómo se entumió mi garganta --aunque la verdad no estoy seguro de si eso es posible. No sentí como si se estuviera cerrando, podía respirar con normalidad, pero sí sentí algo extraño, que definitivamente nunca había sentido, como si los músculos se hubieran puesto muy tensos.
Todo esto pasó en alrededor de un minuto después de haber masticado y tragado la papa frita. En los minutos siguientes comencé a lagrimar, por lo que sí, se cumplió la advertencia de que la vista se nublaba, pero de manera inversamente proporcional comencé a sentir menos picante en la boca. Aún la sentía en llamas, pero nada que no pudiera aguantar. Había vencido a la papa más picante del mundo.
Por el otro lado, Triforce sufría. Según las sagradas reglas del One Chip Challenge, deben pasar al menos cinco minutos para poder beber o comer algo que ayude con el picor de la boca, y apenas se cumplieron Triforce comenzó a beber agua y leche, ya que para él la sensación era inaguantable.
Yo me mantuve tranquilo, pero tal fue el alivio que sentí que incluso me atreví a abrir la otra bolsa de papas Paqui y comer algunas. Vale la pena mencionar que son de las más picantes de su catálogo, pero comparado con el One Chip, en realidad no me hicieron nada en ese momento. Si no me creen, la prueba está en la transmisión de Twitch.
Después de todo este drama, aguanté más de diez minutos sin beber ni comer nada, pero definitivamente no iba a aguantar más de 30, así que comencé a beber agua lentamente para ayudar a disipar la sensación de fuego y entumecimiento en la boca. Como sea, ambos nos proclamamos campeones del One Chip Challenge, y la foto de prueba no podía faltar.
El verdadero reto apenas comenzaba
Todo más o menos bien y todo bonito, vencimos a la papa más picante del mundo, o eso pensamos. Pobres ilusos. No sabíamos que el verdadero reto estaba por comenzar. Mientras despedíamos la transmisión, sentí un agudo dolor en el estómago, similar al que da cuando bebes líquido y corres, pero no solo en un costado sino en todo mi estómago.
Tuve que entrar rápidamente al baño e inmediatamente me puse de rodillas junto al inodoro porque la extrema salivación en mi boca me adelantó que iba a regresar todo. Así estuve por unos minutos, hasta que el dolor se fue, así, tan rápido como llegó. Después de un poco de agua y leche, yo ya me sentía bien e incluso de ánimo para unos taquitos de pastor. Sin salsa picante, eso sí.
A medio camino de regreso, Triforce comentó que ya sentía lo que yo dije, una punzada en el estómago, pero ligera. Sin embargo, poco a poco comenzó a quejarse de que el dolor iba aumentando en alcance e intensidad, y no sé por qué, si fue por mera inducción o sincronización, pero el dolor también apareció en mi estómago. El regreso del dolor fue intenso, no como la primera vez, sino peor, como si mi estómago se contrajera desde todos lados. Si tuviera que describirlo, diría que fue como si a mi estómago le hubiera dado un calambre, sentía cómo se movía y se retorcía.
Y por cierto, todo esto, el dolor de Triforce y el mío, sucedió mientras él manejaba. Afortunadamente estábamos literalmente a un par de calles de dónde yo me bajaba, así que estacionó el auto y se tomó un momento para bajarse a retorcerse sobre el cofre de su auto. Yo procedí a hacer lo mismo sobre la acera, con mi plato de tacos en la mano (porque obvio los pedí para llevar, porque #sanadistancia).
Como pude me despedí de él, ya que tenía que caminar un poco para llegar a mi departamento. Él me dijo que sí, que en cuanto se le pasara el dolor se iría a su casa tan rápido como pudiera. Logré llegar a mi departamento, tras algunas pausas cada cierto tiempo para intentar no perder la compostura en la calle, y rápidamente acudí al baño.
Para no hacer el cuento más largo, estuve encerrado en el baño unos 20 minutos, en los cuales el dolor no cesaba, sentía cómo mi estómago se retorcía y se contraía. Insisto, definitivamente no era un dolor que hubiera sentido antes. No era un dolor de aquellos cuando comes mucha salsa picante y tu estómago te pide ir a sacarla. No, era un dolor de que algo estaba dañando mi interior. En algún punto el dolor cesó un poco, y como no necesitaba estar en el baño porque no tenía necesidad de sacar nada de mi organismo, fui a la cocina por agua y tacos, por que sí, me comí mis tacos. Quizás haya sido eso, el medio litro de leche o una combinación de ambos, pero el dolor poco a poco cesó casi por completo.
Hablando con Triforce para saber cómo se sentía, me señaló que las advertencias en el empaque claramente decían que recibiríamos "un golpe" al estómago. Y sí, no fue exageración, la advertencia ahí estuvo todo el tiempo. Con miedo de que la situación se repitiera más adelante en la noche, me acosté a dormir.
No fue así, dormí plácidamente y día siguiente desperté sin dolor, pero sí con un ligero ardor. Desayuné normal, bebí un poco de leche y eso me ayudó a recuperarme. Después bebí café y sentí una ligera molestia en el estómago, así que no bebí más café por ese día, no vaiga'ser. Y así terminó todo el drama del One Chip Challenge para mi.
No es lo más picante que he comido en mi vida, pero no lo volvería a hacer
En resumen, lo verdaderamente difícil del One Chip Challenge no es comer la papa frita en sí sino sobrevivir a las consecuencias que eso le trae al estómago. Es un dolor que, de nuevo, nunca había sentido y no quiero volver a sentir, por nada del mundo. En el camino de la noche anterior, antes del inicio de la tragedia, bromeé con Triforce sobre que sí me volvería a comer la papita ya que no estuvo tan intensa, ya que de hecho no es lo más picante que he comida en mi vida. Ese lugar le pertenece a la "salsa radioactiva" (no es broma, así le llaman) de un pequeño, pero siempre concurrido puesto de tacos callejero en la colonia Clavería de Ciudad de México.
Sin embargo, después de haber sufrido aquel dolor en el estómago, rectifico que no lo volvería a hacer, no me volvería a comer esa papa frita por nada del mundo. Bueno sí, por la cantidad de dinero correcta, pero ese es otro tema. El punto es que no es lo picante sino el dolor que causa en el estómago y, de nuevo, no es un dolor "normal" como cuando de hecho comes mucha salsa, pero se pasa al ir al baño. El dolor del que hablo es uno "de verdad", de aquel de cuando te lastimas físicamente.
Después de toda esta experiencia, me puse a investigar un poco y creo que el One Chip Challenge debería no ser tomado a la ligera y ser tratado como un tema serio, más allá de un reto de internet. La papita es una combinación de pimiento Sichuan y Carolina Reaper, este último considerado como el chile más picante del mundo -- aunque según la versión de la escala Scoville que se consulte, hay otros más picantes, como el Pepper X, su hermano mayor.
El punto es que un Carolina Reaper tiene, según la escala Scoville, entre 1.5 y 2.2 millones de unidades, que hacen palidecer a las entre 100,000 y 400,000 unidades del chile habanero. Así que debemos tenerle respeto, y mucho.
Afortunadamente no tuve secuelas, ni físicas ni psicológicas, del One Chip Challenge, así que en cierta medida es seguro. Sin embargo, muy sinceramente mi recomendación es que nunca en su vida lo hagan. Mejor quédense con esta anécdota como un testimonio de una persona que ama comer picante, pero no a costa de un dolor casi indescriptible.
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