Cocinar es todo un arte para los amantes del mundo de la gastronomía, pero antes de ser un arte, cocinar es una habilidad fundamental para nuestras vidas en el entendido de su definición más básica: preparar nuestros alimentos. Por ello, este mes en que celebramos el Día del Niño, queremos hablar del por qué es importante acercar a los niños a la gastronomía.
Hacerlo es acercarlos a un estilo de vida más saludable, es enseñarles a apreciar mejor la comida, es darles la oportunidad de ser creativos, de entender sobre nutrición, de practicar su aprendizaje de lectura e incluso de matemáticas, como también, de mejorar sus capacidades motrices.
Una invitación a descubrir los alimentos
Aprender como se prepara la comida desde cero, les da la oportunidad de conocer por ellos mismos los ingredientes que utilizamos y de aprender a diferenciar entre los alimentos naturales y los procesados, lo que a la larga tendrá como beneficio que tengan una preferencia por ingredientes más saludables.
Pero, al ser la cocina un pequeño laboratorio casero, descubrirán como se transforman los alimentos, como cambian por la acción de elementos como el fuego, el agua, la temperatura y la transformación que sufren al combinarse con otros ingredientes.
Por otro lado, si tenemos en casa un niño que es particularmente melindroso para comer, el despertar el interés por los ingredientes y en cómo los preparamos para preparar nuestras comidas nos ayudará en la tarea de lograr que poco a poco acepte más y variados alimentos.
Ayudarlos a relacionarse con los demás
Cuando hacemos que los niños aprendan a cocinar, no solo les estamos enseñando a ayudar a sus padres con esta labor, sino que al hacerlo, pasamos más tiempo con ellos. Cuando son varios niños, notaremos con alegría como aprenden sobre colaboración y a tener una mejor comunicación entre ellos.
Ejercitar la paciencia
En un mundo en el que cada vez estamos más acostumbrados a tener a nuestro alcance lo que queremos de manera inmediata, el don de la paciencia es cada vez menos ejercitado. Pero en la cocina todo es diferente, pues nos hace entender la necesidad de esperar para obtener los resultados deseados.
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Una necesidad que de no hacer, tiene como consecuencias platillos que se alejan mucho de lo que esperábamos: desde alimentos no cocidos hasta platillos quemados en un intento por acelerar la cocción, pasteles que quedan con un interior líquido o aquellos que se quiebran por no esperar a que se enfríen, son buenos ejemplos.
Mejorar sus destrezas finas y usar todos los sentidos
Actividades como revolver, mezclar y verter ayudan en el desarrollo de las habilidades motoras finas de los niños, incluyendo aquellas como abrir o desempaquetar. Eso sí, debemos cuidar de poner a su alcance utensilios y productos seguros de ser manejados por ellos, alejando las botellas de vidrio, los objetos punzantes. Al hacerlo además, tendrán ocasión para sentir diferentes materiales y texturas.
La coordinación también es una habilidad que se desarrolla también en la cocina y que no es exclusivo de las actividades deportivas o artísticas. Conforme los niños traten de tomar un ingrediente y colocarlo en un tazón, practicarán trabajar con sus manos y mejorarán su dimensión del espacio.
Enriquecer su vocabulario, mejorar la lectura y las matemáticas
En la cocina hay una gran oportunidad de enriquecer el vocabulario, tanto de los niños como el propio: frutas, verduras, tipos de pastas y arroces, granos, especias, hierbas, utensilios, aparatos, técnicas de cocción, técnicas de corte, nombres de platillos, recipientes y un largo etcétera.
Si nuestros niños están en etapa escolar, podrán practicar su lectura desde muy temprana edad, leyendo las recetas que ponemos a su alcance. Si además permitimos que ellos vayan tomando los ingredientes y comiencen la preparación por ellos mismos conforme avanza su lectura, se sentirán felices y entusiasmados por lograrlo.
Por otro lado, es casi imposible cocinar sin hacer uso de las matemáticas: ya sea cortar una receta a la mitad, medir los alimentos en tazas o usando una báscula o contar el número de cucharadas o piezas que necesitamos. Así, cocinar es una gran manera de ayudarlos a mejorar sus habilidades matemáticas, pues llevarán dicho aprendizaje a una aplicación práctica en el mundo real.
Les permite ser creativos
A los niños más pequeños, les encanta ayudarnos a decidir que preparar para el desayuno, la comida o la cena, decidir sobre qué ingredientes ponerle a su ensalada de frutas o a cualquier otro platillo. En cambio, los más grandes pueden expresar su creatividad en la forma de la presentación de un platillo o la creación de una receta.
Así pues, cocinar les enseña a los niños a usar su imaginación para visualizar cuál debería ser el resultado, en lugar de solo ver lo que ponemos en su plato. Al decorar o servir el plato final, tienen también la oportunidad de ser creativos con los elementos que tienen a su alcance.
Realzan su autoestima
Cuando permitimos que los niños nos ayuden a preparar nuestras comidas es probable que se sientan orgullosos de habernos ayudado a alcanzar la meta. El resultado final, ya sea delicioso o un verdadero desastre, es algo que ellos ayudaron a crear como parte de un equipo. Esa confianza que desarrollan como resultado es algo que los acompañará durante su crecimiento y que les permitirá encontrar otras formas de participar en actividades grupales dentro y fuera de la cocina.
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