En los puestos callejeros de comida se pueden probar platillos únicos y tradicionales que a lo mejor difícilmente los encontrarás en un restaurante. Estoy convencida que una de las formas de conocer una cultura es a través de su comida, y muchas veces esa comida la encuentras en una banqueta. Ahora que estamos en vacaciones de verano, ya sea que te encuentres en una ciudad o pueblo mexicano o en el extranjero, te compartimos algunos consejos para no enfermarte al comer en la calle y disfrutar de tus vacaciones.
Primero definamos que es “comida callejera” o “alimentos de la calle”. Según la Organización Mundial de la Salud son todos aquellos alimentos y bebidas, preparados y/o vendidos en las calles y lugares públicos para su consumo inmediato o su consumo posterior, sin que se requiera más preparación. Los alimentos de la calle son una fuente de alimentación barata, cómoda y con frecuencia nutritiva, tanto para los locales como para los turistas. Son una fuente importante de ingresos para un gran número de personas, especialmente para las mujeres. Sin embargo existen riesgos asociados con esta práctica como la falta de infraestructura y servicios básicos (agua potable), la falta de inspección sanitaria y el escaso conocimiento de las medidas básicas de higiene de algunos vendedores ambulantes.
La salmonelosis, la infección por E.Coli y el virus de Norwalk son algunas de las enfermedades más comunes transmitidas por los alimentos. Tú mejor defensa contra este tipo de enfermedades es usar el sentido común, aquí están algunas recomendaciones.
Fíjate en la apariencia del local
Para decidir entre comer en un puesto y otro, revisa rápidamente el aspecto y la limpieza general del lugar: si los utensilios, los platos y la barra están limpios. Fíjate como lavan los platos, donde tiran los desperdicios, como el vendedor manipula la comida mientras cocina, la limpieza del aceite en el que fríen los alimentos y si hay animales como moscas, alrededor.
Un buen consejo es escoger un puesto donde veas a muchos lugareños comiendo, lo más seguro es que la comida sea buena y por eso regresan a comer ahí. Un local vacío no es un buen lugar para comer; cuantos menos clientes, más tiempo los alimentos estuvieron esperando a ser servidos.
Prefiere locales con una sola especialidad
Si solamente se especializan en un platillo, lo más probable es que los ingredientes sean frescos ya que al utilizar menor cantidad de ingredientes, los compran continuamente y tienen una mayor rotación. Además existe menor riesgo de contaminación cruzada. No es lo mismo comer en un puesto que vende puras quesadillas, que en uno que vende quesadillas, hamburguesas, tortas y licuados.
Prepárate
Si sabes que vas a comer en la calle, lleva geles o toallitas antibacteriales para limpiarte las manos, antes y después de comer. Las personas que tienen mayor riesgo de contraer enfermedades transmitidas por los alimentos son las embarazadas, los ancianos y las personas con sistemas inmunológicos débiles.
Si sigues una dieta rigurosa (baja en azúcar, baja en sodio, vegetariana) o tienes alergias a ciertos alimentos, siempre pregunta sus ingredientes y el método de preparación, especificando por qué preguntas. Si te encuentras en un lugar donde hablan otro idioma, siempre es bueno preparar algunas frases para descifrar el contenido de la comida.
Cuando tu cuerpo necesita luchar contra bacterias “malas”, es necesario tener suficientes bacterias “buenas”. Antes y durante tu viaje, consume alimentos con probióticos, o suplementos, para equilibrar y reponer las bacterias buenas. Al viajar, siempre es una buena idea llevar un pequeño botiquín con medicamentos anti-diarreicos, anti-espasmódicos y antiácidos.
Ojo con el agua
El agua es uno de los puntos más críticos al comer en la calle. Es la materia prima de muchos platillos, pero puede estar contaminada con agentes biológicos, químicos o físicos. La mayoría de los puestos ambulantes no tienen acceso directo a un suministro de agua potable, por eso muchas veces lavan los utensilios, incluidos los platos en los que sirven a los comensales, en agua sucia que se ha utilizado muchas veces.
Las bacterias y parásitos no se ven a simple vista, así que es mejor evitar consumir agua de la llave o de una jarra. Es mejor llevar tu propia agua o comprar agua embotellada. Si prefieres un refresco, utiliza un popote o utiliza una toallita desinfectante para limpiar el borde de la lata o de la botella. Antes de pedir un platillo piensa en cómo fue preparado, si se le tuvo que añadir agua y después ya no se calentó o desinfecto, es posible que ese producto sea un riesgo potencial. Sobre todo ten cuidado con las bebidas como licuados y aguas frescas.
Recuerda que la congelación no elimina los agentes químicos y no debe ser considerada un proceso seguro para eliminar riesgos biológicos. Así que también ten cuidado con los hielos, un hielo contaminado puede ser peligroso si está en contacto con alimentos y bebidas.
Alimentos a evitar
A menos que un lugar tenga buena reputación, lo mejor es evitar el consumo de carne en la calle. Los productos de origen animal se echan a perder más rápido, y nunca sabes cómo fue manipulada ni el tiempo que estuvo sin refrigerar.
Si no estás seguro de la higiene de lo que vas a comer, prefiere alimentos que están bien cocinados, ya sea fritos, hervidos, o al horno, las altas temperaturas matan a los gérmenes. Evita alimentos crudos.
Cuando se trate de alimentos frescos como frutas y verduras, escoge los que tienen cáscara y se tienen que pelar para comer, por ejemplo, plátanos, mangos y aguacates. Evita los alimentos en los que te comes la cáscara, como manzanas y jitomates.
Cuando comemos en la calle podemos disfrutar de alimentos ricos y deliciosos, y podemos experimentar algo de la cultura propia de ese lugar. Algo importante cuando se trata de comer en los viajes, es entender que lo alimentos que consumimos en nuestra casas no necesariamente significa que sean “más seguros”, muchas veces solamente se trata de que nuestro cuerpo no está acostumbrado a los nuevos ingredientes.
Aunque acostumbres comer en la calle en tu ciudad, cuando viajas aun así te puedes enfermar. Las bacterias naturales de nuestro cuerpo se adaptan a nuestra ubicación actual, cuando viajamos a otro lugar, nuestro cuerpo tiene que adaptarse a nuevas y diferentes bacterias.
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